9.19.2007

Ciudad de muros, Sao Paulo

Las grandes ciudades latinoamericanas, están cerrando sus puertas y construyendo muros que dividen y separan a la población, la fragmentan.
Teniendo como común contribuyente; el dinero.

Debido a este sistema de números, que define la forma de vivir y percibir la realidad circundante, aparecen ligados otros fenómenos como la sociedad de consumo y llegando hasta el extremo el consumismo.

Siempre, por encima de la población regular están los núcleos de poder, quienes en su mayoría benefician a unos pocos, o a ningunos en algunos casos. Refiriéndonos propiamente a Sao Paulo, los abusos por parte de las autoridades, ayudan a incrementar la incertidumbre de los pobladores, sobre las figuras de autoridad y a acortar la brecha entre lo bueno y lo malo.

La división entre ricos y pobres es espacial, y cada vez más se fragmenta en pequeños y reducidos sectores, apoyada por organismos de seguridad privada que asilan y sectorizan. Estos entornos fragmentados recrean la necesidad del individuo por una virtualidad de la seguridad y la protección, ambientada a su vez por rejas, alambres y en el peor de los casos por perros guardianes.
De esta forma, se condiciona al individuo y a las relaciones que percibe entre:
Los espacios y sus ambientes y los conceptos de seguridad y protección.

Las ciudades no se están construyendo de acuerdo con las normas o proyectos de planeacion y urbanismo, sino que se están integrando las periferias cuando el hacinamiento en espacios no propicios es ya una realidad, surgiendo así una demanda de sus necesidades básicas insatisfechas. De esta forma la ciudad comienza a expandirse, incluyendo a las periferias con los “lujos” de la ciudad como el acueducto, transporte masivo, educación.

Finalmente, el pesimismo, ligado a la falta de oportunidades, convierte a Sao Paulo junto con muchas ciudades latinoamericanas, en espacio de proliferación del crimen organizado y armado, patrocinado por el narcotráfico. Incrementando a su vez la inseguridad ligada al desempleo por la falta de confianza y fe en sus ciudadanos.


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